De Franco a Bárcenas: una desternillante historia de España según las historietas de Mortadelo y Filemón
Los personajes de Francisco Ibáñez cumplen 60 años en los que han reflejado la realidad española a través del humor de Barcelona 92 a Operación Triunfo, pasando por la prensa rosa
'Un Mundial 78, que sale bastante pocho'. Así se titulaba la primera versión de este cómic, publicada en la colección Olé. Por primera vez, nuestros héroes interactúan con la actualidad, acudiendo a Argentina para ocuparse de la seguridad del Mundial, amenazada por un tal Mondonguillo I, presidente de la República Africana de Mondongo, a quien la FIFA le ha hecho un feo muy gordo al no concederle la organización del campeonato del mundo. Mortadelo y Filemón, a quienes acompañan una vez más Bacterio y sus inventos malditos, se hacen pasar por jugadores de la Selección Española para no levantar sospechas. El que sí sale sin ningún disfraz es aún preconstitucional presidente Adolfo Suárez, que acude sonriente a la final acompañado de Videla, el dictador argentino, para ver jugar a España contra Alemania. La realidad fue que la final la jugaron Argentina y Holanda (ganaron los primeros) y los nuestros quedaron apeados en la fase de grupos (cuando el famoso gol de Cardeñosa). Ibáñez, que además no tiene ni idea de fútbol, dibujó el tebeo meses antes de que empezara el torneo. Aun así, el éxito de esta historieta hizo que estos dos cafres no se perdieran a partir de entonces ningún acontecimiento deportivo de importancia planetaria, ya sea mundial o juego olímpico.Si antes lo digo… Nuestros héroes se embarcan esta vez en una aventura que aúna balompié y terrorismo. No era ETA quien preocupaba al Superintendente Vicente, jefe de Mortadelo y Filemón, sino la PEPA (Pueblabruta Exige Plena Autonomía). Esta banda criminal y rural quiere aprovechar que el Mundial se celebra en España para llamar la atención sobre su causa a base de poner petardos de los gordos. Como ya se ha dicho, a Ibáñez el fútbol se la trae al pairo y en esta ocasión se despachó a gusto para criticar las inversiones en estadios y celebraciones en un país que, en plena Transición, necesitaba reformas mucho más urgentes que las del campo del Sporting de Gijón, por poner solo un ejemplo.El mundo está cambiando, el Muro de Berlín cae, y España asiste como un mero espectador a todos estos acontecimientos geopolíticos. Solo los agentes de la TIA tienen su participación en estos hechos históricos. ¿Viajan a Rusia para apoyar a Gorbachov? No exactamente. El Súper los manda a Chirimoyandia, donde el dictador Abundio Gómez ha puesto sus barbas a remojar y necesita reforzar su seguridad ante la posibilidad de que alguno de sus ministros no vea con buenos ojos esta apertura política. Apertura, por cierto, en la que Ibáñez no parece tener mucha fe, a tenor del arranque del álbum: “Los aires incontenibles de la democracia soplan en todo el mundo con el mismo ímpetu que Macario ‘El Cogorza’ sopla en la tasca de la esquina. Viejos privilegios dictatoriales caen y si no caen por lo menos se esmorran contra el muro de los humanos derechos. Y de los humanos tumbados también, que los hay a capazos que se pasan la vida a la bartola…”. Quizá la Transición española le dejó una cierta sensación de desencanto.Esta vez no es una banda rural como la PEPA la que pone en peligro los grandes fastos olímpicos, sino un grupo internacional, la TETA (Terroristas Euro-Transatlánticos: no se lo curró mucho el maestro). Pero el auténtico peligro aquí no está ni en los atentados ni en las meteduras de pata de Mortadelo y Filemón, sino en la conducta de las autoridades españolas: Felipe González, Pasqual Maragall, Jordi Pujol y Narcís Serra se lían a guantazos para presidir la tribuna, aunque es José María Aznar, quien más tortazos se lleva. Caídas, explosiones, golpes, aplastamientos, Ibáñez se con el entonces líder de la Oposición.El 1 de noviembre entraba en vigor el Tratado de Maastricht, que daba le pistoletazo de salida a la Unión Europea tal como hoy la conocemos. Los medios de comunicación se afanaban en explicar a la ciudadanía las consecuencias que iba a tener todo esto e Ibáñez quiso poner su granito de arena con un cómic cuyo mejor 'gag' estaba en el título. A nuestros dos mastuerzos les encargan proteger a los candidatos a presidir la Europa Arrejuntada, con las consecuencias que ello implica.El particular ‘Fariña’ de Ibáñez. En una España en la que el consumo de estupefacientes estaba alcanzado cotas de epidemia nacional, va el Súper y envía a estos dos cabestros a luchar contra el narcotráfico por tierra, aire y mar. Lógicamente, y a pesar de todos sus esfuerzos, los agentes ni se acercan a un alijo. Al fin y al cabo, es un tebeo para todos los públicos y estaría feo sacar a nadie drogándose.En unos días en los que casi nos despertábamos cada mañana con el sobresalto de un nuevo escándalo político, Ibáñez creó este cómic. Pero bien podría haber escrito también el guion del caso Roldán, director general de la Guardia Civil fugado tras descubrirse sus múltiples trapisondas y cuyo regreso a España fue escenificado por el Gobierno de González con la ayuda del espía Paesa. Aquí no sale Roldán, pero sí Rulfián, el director de la Guardia Viril que ha huido al extranjero con el dinero del cuerpo. Mortadelo y Filemón salen tras él y tras muchas peripecia logran detenerlo. Eso sí, el dinero se quema en un incendio. El que se llevó Roldán tampoco volvió nunca a España.La irrupción de las televisiones privadas supuso toda una revolución para la prensa del corazón, algo que alcanzó sus mayores cotas con programas como ‘Tómbola’ (FORTA) o ‘¡Qué me dices!’ (Telecinco), que crearon un nuevo tipo de famoso eminentemente televisivo y de periodista eminentemente sin escrúpulos. En estas páginas, en las que los agentes de la TIA intentar proteger a una serie de famosos de la manipulación de la prensa rosa, vemos algunas de las viñetas más homófobas que ha dibujado Ibáñez (y tiene una cuantas). En ellas la prensa acusa a estos cenutrios de ‘rarillos’, que es como el autor llama a los homosexuales.Hoy parece un chiste (como el tema que nos ocupa), pero en 1996 todos vivíamos con la paranoia provocada por la encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas, que podía transmitirse a los humanos por el consumo de carne infectada. La crisis dejó 117 casos diagnosticados en todo el mundo, cientos de miles de reses sacrificadas, una intervención antológica de la ministra de Sanidad, Celia Villalobos, dando la receta del caldo, y este cómic, en el que la culpa de la epidemia es, como de costumbre, del merluzo del profesor Bacterio. Aunque eso lleva a Mortadelo y Filemón a Inglaterra no hay en todo el tebeo un 'gag' comparable al de Villalobos.El 22 de octubre de 2001, TVE estrenó ‘Operación triunfo’, todo un fenómeno televisivo que nos llenó el país de sonoros gorgoritos, lágrimas incontenibles y rostros que hoy siguen siendo famosos, como David Bisbal, Chenoa, Bustamante o Rosa de España. Los pinceles de Ibáñez le dieron la réplica solo un año después con esta historieta en la que era lo propia TIA la que crea su concurso paralelo para mejorar la imagen de la agencia. Si en la Academia la directora era Nina, aquí la profesora es Mona, con el mismo pelo rizado, si el presentador era Carlos Lozano, aquí la estrella es Giancarlo Tiosano y hay una gran estrella invitada, el tenor italiano Vacarotti. Todo como muy desafinado.En pleno escándalo por los papeles de Bárcenas, la Gürtel y otros asuntillos que acorralan al partido de Mariano Rajoy, el Superintendente Vicente pone a estos dos sabuesos de pacotilla a investigar al tesorero del Partido Papilar, sospechoso de haber dejado la caja del partido más tiesa que la mojama. Se cree incluso que ha podido robar el dinero que guardaban otros mandamases del Gobierno, como Demetria Costipal o Mamerto Rojoy. Otra crónica de la corrupción en España en la que cualquier parecido con la realidad, se ha demostrado, no era pura coincidencia.